La radio como medio propagandístico de la política, la Radio de la época como simple repetidora de noticias sin aportar más allá, la Radio como medio que poco invierte en el talento literario (guionistas) y musical (obras pensadas para la radio).
Pero me llamó la
atención especialmente el “Discurso sobre la función de la Radiodifusión” escrito
en 1932, por su contenido visionario, como si hubiese podido predecir la
interacción que vive y promueve la radio hoy. Precisamente hacia donde se ha
dirigido la radio, y quizás lo que le ha permitido mantenerse en la preferencia
de un público necesitado de “contenido” desarrollado, y con el cual interactúa:
anteriormente mediante el teléfono, hoy masivamente gracias al twitter y otras
redes sociales. La audiencia hoy siente que es la radio el medio que escucha, y la escucha además en la era digital por múltiples plataformas, en vivo leyendo su tweet, en el timeline complementando algún contenido compartido, en Facebook opinando la audiencia de un editorial grabado y "colgado" en la web. Hoy hasta un voice-note desde el whatsapp a un programa radial puede salir al aire, y de esta forma el oyente aportar contenido al medio que le acompaña, entretiene e informa.
Comparto contigo una parte de este discurso.
“...la radio tiene una cara donde
debería tener dos. Es un simple aparato distribuidor, simplemente reparte. Y
para ser ahora positivos, es decir, para descubrir lo positivo de la
radiodifusión, una propuesta para cambiar el funcionamiento de la radio: hay
que transformar la radio, convertirla de aparato de distribución en aparato de
comunicación. La radio sería el más fabuloso aparato de comunicación imaginable
de la vida pública, un sistema de canalización fantástico, es decir, lo sería
si supiera no solamente transmitir, sino también recibir, por tanto, no
solamente oír al radioescucha, sino también hacerle hablar, y no aislarle, sino
ponerse en comunicación con él. La radiodifusión debería en consecuencia apartarse
de quienes la abastecen y constituir a los oyentes en abastecedores. Por ende,
todos los esfuerzos de la radiodifusión en conferir realmente a los asuntos
públicos el carácter de cosa pública, son absolutamente positivos. Nuestro
gobierno tiene necesidad de la actividad radiofónica al igual que nuestra
administración de justicia. Cuando gobierno o justicia se oponen a esta
actividad radiofónica, es que tienen miedo y no pertenecen sino a tiempos
anteriores a la invención de la radio, aunque no anteriores a la invención de
la pólvora. Desconozco tanto como ustedes las obligaciones, pongamos por caso,
del Canciller, es cosa de la radio explicármelas. Pero forma parte de estas
obligaciones de la autoridad suprema informar regularmente mediante la radio a
la nación de su actividad y de la legitimidad de su actuación. La tarea de la radiodifusión,
como todo, no se agota con transmitir estas informaciones. Además de esto, tiene
que organizar la manera de pedir informaciones, es decir, convertir los informes
de los gobernantes en respuestas a las preguntas de los gobernados. La
radiodifusión tiene que hacer posible el intercambio. Sólo ella puede organizar
en grande las charlas entre los ramos del comercio y los consumidores sobre la
normalización de los artículos de consumo, los debates sobre subidas del precio
del pan, las disputas de las comunas. Si
consideraran esto utópico, les ruego reflexionen sobre el por qué es utópico”
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